Todos los humanos aprendemos todos los días, lo que queramos o no. Pero, hay una gran diferencia entre aprendizaje pasivo, que permite que te acuerdes de qué comiste ayer y el aprendizaje activo. El aprendizaje activo, también se puede aprender (al fin y al cabo, no deja de ser una habilidad) y numerosos estudios en las últimas décadas indican que, honestamente, no hemos aprendido correctamente esta habilidad.
Cuando queremos entender qué método es el correcto, es difícil fiarse de muchos profesores en las aulas, padres y madres o compañeros de estudios, la mayoría hablan desde su experiencia o creencias y siempre podemos sacar debates. Para extraer información fiable sobre el tema, es mejor irse a expertos mundialmente reconocidos que, teniendo estas inquietudes, han hecho estudios serios sobre el tema.
En mi caso, una gran parte de la información que tengo sobre cómo aprender y otros aspectos interesantes sobre el pensamiento humano los tengo gracias a un curso llamado “Think 101” de la universidad de Queensland, lo tenéis disponible en Coursera y en https://www.youtube.com/@Think101Org/videos. Es un curso que recomiendo encarecidamente en el que habla sobre importantes conceptos que la ciencia ha desvelado en los últimos tiempos de cómo funcionamos a nivel cognitivo. Repleto de entrevistas con premios Nobel y best sellers mundiales y llevado a un tono dinámico y ameno, nos lleva de la mano de la ciencia sobre cómo pensamos.
En lo referente a aprender a estudiar, podemos empezar hablando de las técnicas que todos usamos pero que tienen muy poca eficiencia, sobre todo comparadas con otras técnicas de mucho más impacto cognitivo por hora de estudio usada que al final es lo que todos queremos, estudiar menos y aprender más. Releer, subrayar, hacer resúmenes, repetir, copiar, etc. Son todos métodos ineficaces. Para entender el porqué, debemos entender que el aprendizaje activo es un proceso activo. ¿Quién no ha tenido que volver al principio de la página después de leerla entera y darse cuenta de que su cerebro realmente estaba en el programa de televisión que iba a ver en la próxima hora?
¿Cómo estudiar?
De todos los métodos de estudios analizados en varios estudios, el método más efectivo es con diferencia el recuperar la información, ya sea intentando recitar los datos, haciendo test o exámenes o contándoselo a un compañero. Al fin y al cabo, ese es el proceso que queremos practicar, el acceso a la información en nuestra memoria. Incluso cuando sabemos que no lo hemos aprendido, intentar recuperar algunos datos de memoria va a “hacer hueco en el cerebro”, diciéndole que esa información de la que no nos acordamos es importante para nosotros y cuando a posteriori miremos la respuesta, el aprendizaje será mucho más eficiente.
Debemos entender que el proceso de almacenamiento en el cerebro funciona como una red y cuando intentamos recordar algo, estamos intentando acceder a esa red, incluso cuando no sabemos nada del tema, cando lo hemos leído, neuronas relacionadas con esa información fueron activadas y la reactivación es lo que fijará esta información en la memoria a largo plazo. Esta reactivación es mucho más efectiva cuando simplemente releemos la misma información una y otra vez.
¿Qué estudiar?
Uno de los efectos menos usados para estudiar es la tendencia intrínseca del cerebro de acabar las cosas, cuando no lo hacemos, normalmente el cerebro se queda rumiando la información en segundo plano. Todos hemos experimentado ese efecto cuando se nos pega un trozo de canción, pero pocos nos damos cuenta de que este efecto es mucho más prominente cuando no escuchamos la canción acabar.
De ahí parte un método muy potente que consiste en la práctica intercalada de materia, en el caos de información que producimos, las conexiones del cerebro se refuerzan para maximizar la diferenciación de la información.
Otro aspecto importante del qué, es cómo nos organizamos la información, es muy típico usar el libro directamente o unos apuntes muy extensos donde es complicado extraer una estructura o acordarse de un concepto concreto.
Dos complementos ideales para ayudar a nuestro cerebro no sólo a recordar la información sino a recordarla de la mejor forma posible para la posterior recuperación, son el uso de flashcards, la mejor forma que vamos a tener para estudiar de forma “simple” los conceptos. Pequeños trozos de información que se van a quedar en pequeñas redes neuronales mucho más manejables que todo el temario apilado.
El otro complemento que se recomienda es hacer un esquema, esto es, usando únicamente las etiquetas de las flashcards, organizarlas en un mapa conceptual para entender las relaciones y estructura interna del tema.
Ambos métodos son muy valiosos también porque en el proceso de creación, deberemos esforzarnos en sintetizar y estructurar la información, proceso que ayudará enormemente al proceso de aprendizaje a largo plazo.
¿Cuándo estudiar?
Aquí tanto la información científica como la realidad están en contradicción. Un gran porcentaje de los estudiantes nos preparamos los días (o incluso horas) antes de un examen, atiborrándonos de la mayor cantidad de información posible en espera de sacar la mejor nota posible. Este método, propiciado por un sistema educativo que podría usar un par de mejoras, es nefasto para acordarse de las cosas a largo plazo, por ello la mayoría de los alumnos tienen lagunas importantes de curso a curso y aparecen dificultades cruciales al no tener la información previa consolidada. Este efecto es mucho más obvio en asignaturas científicas en dónde los conocimientos nuevos se basan en el control de los previos.
La solución para paliar esto es que si queremos estudiar digamos, 10h para un examen, en vez de estudiarlas el último día, deberemos espaciarlas lo máximo posible. Por ejemplo, 1h-2h cada semana. Este es uno de los métodos más difíciles de aplicar porque no tenemos la recompensa a corto plazo, pero es de los más importantes si vamos a continuar con el proceso de aprendizaje más allá de 3 meses.
Si estáis leyendo estas líneas y habéis llegado hasta aquí, asumo que seréis unos estudiantes interesados en mejorar o unos padres queriendo dar la mejor formación a sus hijos, en ambos casos os daré un consejo, seguramente no tengáis el mejor método de estudio ahora mismo, y no intentéis conseguirlo para el mes que viene. Como los buenos hábitos en la vida, hay que tomarlos con cuidado, intentar aplicarlos sin estresar demasiado a lo que ya hay o el cambio no será efectivo, el cerebro verá el cambio como algo demasiado agresivo y huirá de ese cambio. Paciencia, positivismo y nunca dejéis de cuestionarlo todo, es la mejor forma de aprender.
Rubén Pastor Sánchez